lunes, 9 de marzo de 2009

Irma, la maestra de los zapatos rojos


“la querida profesora Irma Angela Zucchi los mira a todos con una sonrisa comprensiva e infinita. Sí, acaba de entrar, los estudiantes siempre miraban con curiosidad los altos tacos de sus zapatos rojos”
Osvaldo Bayer – Pagina/12

La Profesora Irma Zucchi tenía 57 años cuando fue secuestrada por las fuerzas represivas en La Plata el 17 de noviembre de 1976. Sus pasos se perdieron en el CCD de la Brigada de Infantería de la Marina Nº3 (BIM3). Su nombre está ligado a los 23 estudiantes de Bellas Artes desaparecidos, muchos de ellos relacionados a la llamada “La Noche de los Lápices”. Irma fue docente de ellos, incluso ocupó un cargo directivo en 1974.

En el Juicio por la Verdad, el sobreviviente José Panettieri testimonió “En un momento escuché una voz que me resultaba muy familiar, y me pareció que era la de Irma ...hablaba mucho, tenía una voz muy particular, medio afónica” también escuchó a uno de los secuestradores que le decía “comé, flaca, comé que te vas a morir”, eso le quedó grabado para siempre en su memoria y la revivió ese día.

Si miramos las huellas que dejaron los tacos altos de Irma, veremos que fue una maestra de vida. Nació el 4 de febrero de 1919, en el partido de San Nicolás. Muy joven comenzó su carrera como profesora de Historia y Geografía en el Colegio Nacional Justo José de Urquiza y en la Escuela Normal Rafael Obligado de San Nicolás desde 1948 hasta 1955 en que fue cesanteada por el golpe militar gorila.

Así la recuerda su ex alumna Adela Antokoletz: “la mejor profesora que tuve en el secundario, una persona que significó un cambio muy grande para mí. En cuanto cayó Perón, el rector sacó un cuadro del que te dije y -esto otro no lo tengo muy seguro- habló mal de él; Irma Zucchi entró a clase y defendió a Perón y al peronismo en forma que me conmovió, y eso que yo era de familia gorililla. Fue una de las lecciones de ética mayores que he recibido. Siempre pienso en ella, secuestrada por tipos inferiores, porquerías (disculpen el exabrupto) que jamás podrían entender el valor de esa mujer que se llevaban. Pobre muchacha, lo que habrá sufrido. ”

En San Nicolás militó en la resistencia peronista, en la rama femenina del justicialismo, y en la rama sindical desde UPCN. A mediados de los 60 emigró a La Plata retomando su actividad educativa, integró la comisión directiva de la Asociación Docentes Platenses.

Así llegó al bachillerato de Bellas Artes dependiente de la UNLP. Chiqui Falcone (hermano de Claudia, una de las desaparecidas en “la noche de los lápices”) fue su alumno y la rememora así: “En un sentido, 'flaca, fané y descangayada', siempre me acompañará la imagen de Irma Zucchi, profesora de Historia. Cada vez que comenzaba la clase pedía alterar el orden de disposición de los pupitres con respecto a ella porque 'nadie debe sentirse más que nadie'. A continuación proponía un tema y nos instaba a desarrollarlo sin haber estudiado. Razonar le interesaba más que escuchar nombres y fechas. A su lado, mi mundo dejó de dividirse entre buena y mala gente, para polarizarse entre intereses mayoritarios y minoritarios. Y por primera vez, de la mano de Fanon, escuché hablar de 'guerras justas”

Otro testimonio que reafirma el compromiso social y la entrega a su tarea, lo expresa otra ex alumna de Bellas Artes, Laura Di Carli “es imborrable el sentimiento hacia Irma, creo que nadie que haya pasado por sus clases puede haberla olvidado. Aún hoy, tratando de ayudar a mi hija de 14 años a estudiar historia, me salen comentarios como ‘¿por qué no tendrás una profesora como Irma Zucchi que te enseñe un poco a pensar y relacionar las cosas?’ .”

Así sembró Irma, tan intensa fue su vida militante, que su luz ilumina a los que siguen esas huellas dejadas por sus tacos altos. Dice Osvaldo Bayer sobre Irma y sus alumnos desaparecidos: “ellos buscaban un merecido país nuevo, cubierto de espigas y de cuadernos. Querían pintar el país con verdes, rojos, y azules profundos y retratarlo en moles de dioses sonrientes y de mano abierta. Trabajaban con los sonidos, los colores y las formas, pero con la palabra justiciera. ”

Los Trabajadores de la Educación tenemos presente la historia de los zapatos nuevos que le robaron a Isauro Arancibia cuando los chacales de Bussi se lo llevaron. La horma de esos zapatos negros, tienen la misma impronta que la de aquellos tacos altos de los zapatos rojos de Irma, que encantaban a sus alumnos. Así se hace fértil la memoria, cuando nos interpela desde la vida cotidiana de estos 30mil. En esa horma y en esas huellas nos inspiramos los que seguimos creyendo que otro mundo es posible, soñando una Patria para Todos.

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